MorboLit |relato erotico




Soñemos despiertos los dos juntos, fantasea conmigo, atrévete a imaginar que estamos frente a frente, que te estoy besando y mis manos acarician tu espalda, que mis labios recorren tu cuello, que mi lengua lame el lóbulo de tu oreja derecha, ya casi puedo verte sonriendo, tenso y excitado. Te atraigo hacia mi, te aprieto contra mi cuerpo y notas mi erección, yo la tuya, y te remueves nervioso, las yemas de mis dedos se adentran con descaro bajo tu camiseta, recorro de arriba a abajo la piel desnuda de tu espalda, siento tu calor y tú el mío.

Sigo besándote, nuestra ropa cae al suelo y nosotros sobre la cama, te tengo desnudo entre mis brazos, debajo de mi, piel contra piel, lamo y chupo tus pezones, luego tu abdomen y sigo descendiendo, me recreo en tu ingle, alrededor de tu pene, pero, sin tocarlo. Me miras con lascivia, seguro que te preguntas cuando pienso empezar, pero, todavía voy a torturarte un poco más, mi boca va rozando levemente tus testículos, jugando con ellos.

Luego, mi lengua hace todo el recorrido por el tronco, desde la base hasta el glande, y allí se recrea, arrancándote más de un suspiro. Levanto la vista, te sonrío, y me la entierro hasta la garganta, mientras mis manos continúan acariciando tus huevos, descienden lentamente por el perineo, y rozan tu ano. No quieres que me detenga, te gustaría quedarte así, con mi boca subiendo y bajando frenéticamente por tu pene, pero, tú ya sabes que conmigo subirás al cielo y descenderás hacia los infiernos en una misma noche.

Me incorporo y te beso de nuevo, me miras fijamente a los ojos, no nos hacen falta palabras, tú ya intuyes perfectamente lo que viene después. Tiro de ti hasta que estás sentado en el borde de la cama, me coloco delante, alargas la mano y tocas ese duro trozo de carne que vibra y babea ansiando tu boca. Lo acaricias con timidez, pero, poco a poco, vas ganando en soltura, luego, pasas la lengua por la punta y mi líquido preseminal se mezcla con tu saliva. Ese nuevo sabor despierta en ti unos impulsos que ni tú mismo conocías, un instinto casi animal que te incita a seguir lamiéndolo y chupándolo vorazmente. Un rato después, los dos estamos estirados sobre la cama, uno encima del otro, en un perfecto 69, mientras tu boca ya casi experta mima mi pene, mi lengua y mis dedos juegan traviesos en la entrada de tu ano, arrancándote unos quejidos que son ahogados por ese trozo de carne que tienes enterrada hasta la garganta, y te revuelves inquieto bajo mis caricias porque sabes que siempre voy a por todas y para cuando te quieras dar cuenta ya no podrás ni querrás decirme que “no”.
Ahora, estoy encima de ti, cara a cara, me he hecho un hueco entre tus piernas y te tengo inmovilizado entre el colchón y mi cuerpo, exactamente donde yo quería. Siento el calor abrasador de tu piel bajo la mía, tu respiración agitada en la cara, y ese miembro erecto contra mi abdomen, mientras, mi glande roza repetidamente tu esfínter con suavidad, recreándome en esas caricias, arrancándote varios suspiros ahogados y una mirada de impaciencia. Voy en busca de tu boca y, después, comienzo a presionar levemente para abrirme paso dentro de ti, avanzando de forma muy lenta, pero, sin detenerme en ningún momento. Observo con suma atención como la expresión de tu cara va cambiando con cada centímetro ganado, tus ojos cada vez más abiertos, la mueca nerviosa de tus labios, una mano que se agarra a la mía como si te fuese la vida en ello, y esos jadeos entrecortados que me excitan más si cabe. Finalmente, mis testículos chocan contra tus nalgas, “¡Voy a hacerte disfrutar…!” te susurro al oído antes de lamerte la oreja. Te aferras a mi espalda cuando mi pelvis comienza a moverse rítmicamente, entrando y saliendo de ti, muy despacio al principio, pero, cada vez más rápido, frotando tu pene entre nuestros cuerpos empapados en sudor. De repente, tu rostro se tensa de placer, todo tu cuerpo tiembla debajo de mi, un largo gemido se escapa de esos labios entreabiertos, y noto la humedad de tu semen deslizarse por mi piel, justo antes de correrme yo también y caer exhausto sobre ti.

Morbos| Pantalones cortos

Uno de los atractivos del verano en la indumentaria masculina son los exquisitos bultos que nos permiten apreciar los pantalones cortos que abundan con la llegada de los días de excitante calor.